miércoles, 21 de noviembre de 2012


Nací en un vivero, rodeada de verde y fresca compañía.  Al lado, una gardenia fragante me arrullaba cuando apenas mis hojitas comenzaban a emerger de la enorme maceta que me protegía.

Poco a poco mis bracitos comenzaron a tocar los bordes de mi cuna, y cuando tuve bastante altura, puede entrechocar mis hojas con un helecho callado y pensativo que era nuestro vecino. Cuando el viento me movió y toqué sus puntiagudas hojas, sonriente me miró:

“¡Niña pero que grande y hermosa estás, quien te viera si eras una semillita! Que gusto verte así!
Yo me volví hacia él y le ofrecí la húmeda sonrisa de mis hojas de alhelí.
       Mini-cuento para actividad sensorial
          Blanca Eugenia Romero Rentería

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