Nací en un vivero, rodeada de verde y fresca compañía. Al lado, una gardenia fragante me arrullaba
cuando apenas mis hojitas comenzaban a emerger de la enorme maceta que me
protegía.
Poco a poco mis bracitos comenzaron a tocar los bordes de mi
cuna, y cuando tuve bastante altura, puede entrechocar mis hojas con un helecho
callado y pensativo que era nuestro vecino. Cuando el viento me movió y toqué
sus puntiagudas hojas, sonriente me miró:
“¡Niña pero que grande y hermosa estás, quien te viera si
eras una semillita! Que gusto verte así!
Yo me volví hacia él y le ofrecí la húmeda sonrisa de mis
hojas de alhelí.
Mini-cuento para actividad sensorial
Blanca Eugenia Romero Rentería
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